Un riesgo invisible: las bacterias en el agua

El agua que consumimos a diario puede parecer limpia, pero cuando un tanque no recibe mantenimiento adecuado se transforma en un ambiente perfecto para el crecimiento de bacterias, hongos y algas. Estos microorganismos se desarrollan principalmente en espacios húmedos, oscuros y con sedimentos, condiciones que los tanques reúnen naturalmente si no se los limpia de forma periódica. Lo peligroso es que este proceso ocurre de manera silenciosa: mientras el tanque se deteriora por dentro, el agua que sale de la canilla sigue viéndose normal. Sin embargo, esa aparente “claridad" no garantiza su seguridad.

El riesgo microbiológico en tanques sucios es uno de los problemas más comunes en hogares, edificios, empresas e instituciones. Cuando la materia orgánica se acumula en el fondo o en las paredes del tanque, comienza a funcionar como alimento para bacterias y algas que pueden multiplicarse rápidamente. A esto se suman posibles infiltraciones, una tapa mal cerrada, una reparación en la red de agua o un tiempo prolongado sin uso del tanque. Todo eso abre la puerta a contaminaciones que comprometen la salud de quienes consumen o utilizan esa agua.

Bacterias más comunes en tanques contaminados 

Entre los microorganismos que suelen encontrarse en tanques sin mantenimiento, existen algunos especialmente peligrosos por su capacidad de causar enfermedades. A continuación, los más frecuentes:

• Legionella: una de las bacterias más conocidas y temidas en sistemas de agua. Es responsable de la legionelosis o “enfermedad del legionario", una infección respiratoria que puede ser grave, especialmente en personas mayores o con defensas comprometidas. Se desarrolla en agua estancada y temperaturas templadas, condiciones que suelen darse en tanques sin limpieza.
• Pseudomonas: este microorganismo puede provocar infecciones en la piel, en heridas, en los oídos y en los ojos. Suele proliferar en ambientes húmedos y con poca desinfección, por lo que es muy común encontrarlo en tanques deteriorados o con acumulación de sedimentos.
• Coliformes fecales: su presencia es un indicador claro de contaminación biológica o ingreso de agua externa no controlada. Estos microorganismos pueden causar diarreas, vómitos, fiebre y diversos trastornos gastrointestinales, sobre todo en niños y adultos mayores.

Aunque estas bacterias son invisibles, generan efectos reales y significativos en la salud. Por eso, cualquier cambio en el olor, la turbidez o el sabor del agua debe considerarse una señal de alerta que exige una revisión inmediata del tanque.

Cómo prevenir su aparición

La buena noticia es que la prevención es totalmente posible y, de hecho, sencilla si se siguen ciertas prácticas de mantenimiento. La higiene del tanque no solo elimina microorganismos existentes, sino que evita su reaparición. Estas son las acciones fundamentales:

• Realizar limpiezas periódicas cada 6 a 12 meses, dependiendo del uso, la cantidad de personas y las condiciones del agua de la zona. La limpieza profesional retira sedimentos, desinfecta correctamente y deja el tanque en condiciones óptimas.
• Controlar la hermeticidad de la tapa para impedir el ingreso de polvo, insectos o animales pequeños. Una tapa mal colocada es una de las principales fuentes de contaminación externa.
• Evitar el estancamiento prolongado del agua. Cuando el tanque permanece mucho tiempo lleno sin circulación, los microorganismos encuentran el ambiente ideal para multiplicarse.
• Solicitar análisis bacteriológico y certificación de potabilidad cuando se sospechen cambios en las características del agua, o cuando se trate de instituciones que requieren controles periódicos (colegios, fábricas, hoteles, clínicas, etc.).

En Cristal Tank H2O trabajamos con desinfectantes certificados, protocolos estandarizados y equipos profesionales que garantizan la eliminación de microorganismos nocivos. Nuestro objetivo es asegurar un tanque completamente higi